Peso y alimentación

Según él compendio de obstetricia de Merger, Lévy y Melchior, el aumento del peso al final del embarazo equivale a entre el 20 y el 24 % del peso anterior a la gravidez. Se reparte desigualmente en el tiempo: 3% en el primer trimestre, y el resto se distribuye más o menos equitativamente en los dos trimestres siguientes.

Aumenta aproximadamente un 35% la masa sanguínea. El agua fuera de las células sube de 3 a 6 litros. Las grasas disueltas en la sangre se duplican. Aumenta el sodio. Todo eso conduf¡| a retener el agua, hidratar los tejidos grasos. Significa uíi aumento de peso que va de 5 a 8 kilogramos. Son más o menos inevitables en mujeres normales.

El peso del bebé llega a ser, como promedio, de unos 3.300 gramos; la placenta pesa alrededor de 600 gramos, el líquido amniótico otros 600 gramos; la sangre unos 400 gramos, y el útero, que habitualmente pesa unos 50 gramos, llega a pesar hasta 1.200 gramos.

El control frecuente que de su peso hace su médico, no es una inclinación obsesiva. Para él representa una valiosa información. Un aumento exagerado puede indicar trastornos de los vasos o de los riño-nes.

Contra lo que suele pensarse, la alimentación de una embarazada no necesita ser aumentada, sino modificada en algunos términos precisos.

Su variedad y equilibrio es lo que importa.

Proteínas, que son sustancias nitrogenadas, serán aumentados.

Grasas, no deben ser aumentados sino a medida que su peso suba normalmente.

Carbohidratos, deben aumentarse moderada aunque significativamente.

En todo caso, el único consejero idóneo para diseñarle un régimen personal es su médico.

Ese régimen debe proporcionarle elementos que requieran usted y su bebé, en las proporciones adecuadas. Fósforo, calcio, hierro, vitaminas, etc..

Sin fósforo no hay vida. Forma parte de la estructura de todos los tejidos. Un radical fosforado es, asimismo, indispensable para activar la mayoría de las vitaminas. Prácticamente en todos los alimentos se encuentra el fósforo, con excepción del azúcar, el aceite y el vino. En particular lo contienen la avena, el trigo, las legumbres, la carne, el pescado, la leche, el queso.

El calcio es indispensable para formar el esqueleto de su hijo y si no se lo proporciona en medida suficiente en la alimentación, lo tomará del esqueleto de usted misma. Para que el organismo fije el calcio se requiere de la participación de la vitamina D y de las glándulas paratiroides entre otras. La leche, el queso, las aceitunas, entre otros alimentos, se lo proporcionan.

La necesidad de hierro se triplica en la embarazada, a causa de la hemoglobina requerida para su sangre y la del bebe. Alimentos ricos en hierro son el hígado de ternera poco co^do, las legumbres secas y la harina de soya.

Hacia el final del embarazo es probable que su m^ico le prescriba administración adicional de hierro en médicamentos.

La necesidad de vitaminas aumenta con el embarazo, particularmente vitaminas C y D.

Como casi todos los aumentos contienen vitaminas (excepto el aceite, el azúcar, el alcohol), un régimen variado pone a resftardo de carencias. Como decía el profesor Charífes Richet: "Jamás un sujeto normal, que tiene alimentación equilibrada, es decir, que incluye Cmne, pescado, papas, cereales, verduras, y frutas frescas, presenta el menor signo de avitaminosis".

En el embarazo, sin embargo, es probable queílu i|pdico le indique algún complemento vitamínico.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Hay muchas recomendaciones a seguir para tener un embarazo saludable.También es importante tener la ecografía te permite verlo y además descartar algún posible problema con su salud, ahora con las ecografías 3D se puede observar mejor.

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