El sexo

El nuevo ser que se está formando tiene sexo. El óvulo tenía 23 cromosomas: 22 más X. El espermatozoide que lo fertilizó otros veintitrés: 22 más X o 22 más Y. Allí radica la diferencia. Si la suerte quiso que también el espermatozoide fecundador tuviera el cromosoma X el nuevo ser será del sexo femenino. Pero si el cromosoma sexual del espermatozoide es Y, la criatura pertenecerá al sexo masculino.

Las células espermáticas provistas de cromosomas Y son más pequeñas y de vida más breve que las portadoras de cromosomas X. Si el acto sexual coincide con la maduración del óvulo, es decir, el día de la ovulación, la célula espermática provista de cromosomas Y, que es más veloz que la portadora de cromosomas X, llegará antes al óvulo. De tal circunstancia resultaría un varón. Si la unión tiene lugar cuarenta y ocho horas antes de la ovulación, el óvulo maduro seguramente será fecundado por una célula espermática provista de cromosomas X, de vida más larga, lo que dará origen a una hembra.