Primera visita al medico

Cuando acude al médico ya ha vivido un lapso de incertidumbre, causado primero por el atraso de su regla y luego por la certidumbre de que no ocurrió. Con frecuencia se aguarda hasta la fecha correspondiente a la siguiente menstruación. Como tampoco llegó, visita al profesional.

Si su visita tuvo lugar cuando se percató de que la regla no se produjo por segundo mes consecutivo, el nuevo ser que lleva en su matriz tenía seis semanas.

Grafiquémoslo con un ejemplo:

Supongamos que el primer día de su última regla fue el 31 de enero. La siguiente menstruación (hablamos de períodos regulares de 28 días) correspondía el 28 de febrero y la subsiguiente el 28 de marzo.

Es decir, del 31 de enero al 28 de marzo van 56 días. Descontemos 14 correspondiente a la primera regla que no se produjo, (28 de febrero), (se estima que la fecundación ocurre 14 días antes de esa fecha), ello indicaría 42 días de embarazo, o sea, seis semanas.

En el pasado más o menos reciente, el sexo del hijo era un misterio que se develaba en el parto. En la actualidad es factible conocerlo con anticipación, mediante la ecografía.

Muchas madres en cierne optan por conservar la incógnita y le piden a su médico que no le diga si su hijito es niño o niña, pero cada día son más las que se tientan por salir de dudas anticipadamente, lo que ofrece ventajas prácticas como preparar sobre seguro el ajuar, con el acostumbrado celeste para los varoncitos y el rosa para las niñitas. Aunque ahora la gama se extiende a diversos tonos de amarillo, verde, etc. además del siempre vigente blanco.

Averiguar el sexo no es la única razón de las ecografías. Desde luego, el médico dispone la primera a los dos meses, cuando el feto es tan pequeñito y no tiene diferenciado el sexo. El propósito es comprobar si está bien implantado y no presenta anormalidades.

A los seis y ocho meses sí es factible reconocer el sexo, además de observar si el desarrollo intrauterino es satisfactorio.

Muchas madres graban en video las ecografías para conservarlas como precioso recuerdo.

El embarazo normal sigue un curso predecible, con las particularidades propias de cada caso, pues no hay dos madres ni dos hijos idénticos.